Gonzalo Recabarren, psicólogo de profesión, se unió a Quelen Fruit hace dos años como jefe de selección y desarrollo organizacional corporativo. Desde entonces, ha enfrentado diversos desafíos, siendo uno de ellos la integración de la inclusión laboral en la cultura de la empresa.
«Si bien tenemos personas en situación de discapacidad trabajando con nosotros, eso no quiere decir que a nivel cultural está arraigada la inclusión laboral. El desafío de este año 2024 es que la inclusión sea parte de la cultura del día a día en Quelen Fruit«, comentó.
En 2023, Gonzalo obtuvo su certificación como gestor de inclusión laboral y ha implementado acciones administrativas y técnicas para avanzar en este objetivo. Este año, su enfoque se centra en concretar acciones organizacionales, como capacitaciones y encuestas.
«Estamos dando los primeros pasos hacia la inclusión laboral. Para mí, la inclusión no es una meta estática, sino un proceso continuo».
Equipos diversos
Para Gonzalo la inclusión laboral aporta diferentes beneficios en los equipos. Esto porque según explica, los equipos al tener una mayor diversidad se vuelven más efectivos, se comunican mejor y son más innovadores.
«Los equipos se ven desafiados a encontrar sinergias entre miembros muy diversos, lo que nos permite lograr resultados distintos», menciona Recabarren.
En relación a cómo ir mejorando en la inclusión, Gonzalo enfatiza que lo primero es conocerse como empresa. “Cuando uno tiene muy claro cómo hacer las cosas, uno puede tener muy claro cómo poder mejorarlas o cómo abrir espacios».
«El siguiente paso es fomentar la conversación sobre inclusión laboral en los equipos y desafiar la comodidad del status quo […] Generar los apoyos necesarios, no solo beneficia a la persona con discapacidad, sino a todo el equipo«. agrega Recabarren.
Empatía y colaboración
Gonzalo sostiene que no es necesario tener una experiencia personal cercana con la discapacidad para ser empático y ofrecer apoyo: «El primer paso es informarse, aprender y entender este mundo que es bien diverso. Debemos ser capaces de ponernos en los zapatos del otro y entender que mi forma de relacionarme con el mundo es distinta al de una persona con discapacidad, no es mejor ni peor, sino que es distinta».
«Al sumar a una persona con discapacidad, al igual que cualquier otra, nos tenemos que basar en el respeto, en la empatía y en ser capaces de ponernos en el lugar del otro, colaborar en lo que pueda requerir la personal, ese es el puntapié inicial». Concluyó Recabarren.